Será en la Biblia donde encontremos las primeras referencias
escritas de la belleza en la antigüedad.
El texto recoge acontecimientos en los que el papel de la
estética es significativo por ejemplo el caso de la reina de Israel, Jezabel,
quien “adornó su cutis con afeites para seducir a Jehú y para hablarle con
mayores poderes de seducción”, o cómo esta misma reina adornaba su rostro con “schrouda”,
como aun hoy en día hacen las mujeres tunecinas.
Otro ejemplo narrado en la Biblia es el de Ester, reina de
Babilonia, quien embellecía con afeites sus maravillosos ojos, hasta el punto
de ser considerada la mujer con los ojos más bellos que nunca existió.
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